El ambiente que tuve a cargo el año pasado, con referencia a lo físico era una aula prefabricada de color tenue, iluminación adecuada, con ventanas grandes, sin embargo el material de la construcción del aula, generaba mucho calor, donde los niños, niñas y docente nos sofocaba; se trabajo para la ambientación con papeles craft, negro y blanco, para no generar distractores en los infantes, la dificultad fue su implementación, debido a que no se contaba con materiales pertinentes para los niños y niñas. Ellos disfrutaban de sus espacios, les daba seguridad, realizaban sus máximas creaciones con los materiales que tenían, haciéndolos pensar y reflexionar. Por medio del juego simbólico demostraban sus habilidades y la reproducción de acciones que los integrantes de su núcleo familiar realizaban. Este es el sector del hogar, los niños y niñas jugaban a demostrar sus artes culinarios, desde como preparar sus alimentos, al freir que movimientos con las manos realizaban, al servir a sus compañeros, los diálogos que realizaban, las interrogantes que le hacían: Te gustó, está rico, le falta cebolla huele José (imaginariamente), así lo hace mi mamá o mi papá (con respecto a la elaboración que había realizado).
Esta primera semana me ha permitido realizar mi introspección de la importancia que tiene el ambiente para ofrecer experiencias de aprendizaje desafiantes y significativas en los niños y niñas a cargo, de esta manera ellos podrán construir aprendizajes a partir de su exploración, descubrimiento, por medio del juego. Los espacios de aprendizaje para mi es la motivación porque invita al descubrimiento, autonomía, creatividad; es la oportunidad de aprender y de jugar, la calma, seguridad de estos espacios permiten que ellos puedan ir reconociendo y gestionando sus emociones.